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Abrazando la Procesión Eucarística: Celebrando el Corpus Christi

Embracing the Eucharistic Procession: Celebrating Corpus Christi

HOY ES EL DÍA. Corpus Christi. La solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Y una de las cosas más hermosas que podemos presenciar en esta vida es la procesión eucarística, cuando el pueblo de Dios, guiado por el mismo Cristo presente en la hostia, inunda las calles donde quienes no se atreven a acercarse a Jesús pueden encontrarlo viniendo a visitarlos. Donde nosotros, los imperfectos, guiados por el Más Perfecto, perfectamente bueno, perfectamente amoroso, perfectamente justo, perfectamente abnegado y perdonador, marchamos hacia su reino, pues "adonde Él va, conocemos el camino", pues Él mismo es el camino, la verdad y la vida. La procesión eucarística se refiere al anhelo del paraíso y a la unión con todos los ángeles y santos, todos los miembros del cuerpo de Cristo: ayer, hoy y mañana. Qué bendición es caminar libremente por las calles en nuestra adoración, sin necesidad de escondernos, sin persecución, siguiendo la estela de la gloria de Cristo, que recorre cada fibra de nuestro ser. Hoy somos quienes podemos llevar su cuerpo en nuestros cuerpos, seguir su cuerpo con nuestros cuerpos, mientras estamos en esta tierra. Y mucho menos en un día como hoy, cuando toda la creación parece adorar a Dios con todas sus fuerzas y todo el pueblo se impregna del dulce aroma de las peonías en flor. La tierra está llena de la gloria de Dios y hoy Cristo desciende de todos los tabernáculos del mundo, siendo la fuente y la cumbre. De nuestra fe, lleva esas aguas vivas a toda la creación y a todos sus hijos esparcidos por el mundo. No hay nada como el cumplimiento de la promesa de Jesús de estar con nosotros siempre, hasta el fin del mundo, humildemente, en un pedazo de pan y una gota de vino, esperando a todos, los nacidos y los que están por nacer, para que la corriente de aguas vivas siga fluyendo hasta que veamos la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, descender del cielo. Él, el Pan Vivo, permanece cada día, en todos los tabernáculos de la tierra, esperando que alguien venga a alimentarse de Él, y hoy damos gracias por ese Pan de Cada Día, que brota de Dios mismo, el Dios que "nos ha amado con un corazón humano".